jueves, marzo 4

10 de diciembre de 2001

Quien lea estas notas se pensará que me paso el día durmiendo porque siempre digo que estoy muerto de sueño pero es que llego a estas horas de la noche reventado (ahora son las doce menos cuarto de un lunes).
Por la mañana trabajo bastante; no paro de correr de un lado para otro y atender veinte cosas a la vez, además de escribir mil mensajes a Begoña; por todo, cuando llegan las cinco me duele todo (espalda, ojos, etc).
Hoy, al salir, hemos venido a la bu. Ella no quería. Bueno, quien no quería era su novio pero ya empiezo a hartarme de que siempre haga lo que quiere su novio aunque para ello tenga que ir en contra de su propia voluntad.
Durante la comida me ha contao que su novio y un amigo suyo van a celebrar la comida de Navidad comprando coca. Cada uno puede hacer con su vida y su dinero lo que le plazca pero, joder, es el dinero de ella. Él es un puto vago que no mueve el culo del sofá nada más que para pillar hachis y conectarse a Internet ¿con qué derecho se cree a gastarse la pasta de su novia en drogas cuando ella no come fuera de la oficina por no gastar dinero?
Esta situación me ha cabreado bastante por eso, cuando a la salida del trabajo conducía rumbo a su casa, he recordado que llevaba el conjunto de ropa interior que yo le regalé para su cumpleaños y he dado un volantazo para dirigirnos a mi casa.
Ella estaba muy nerviosa pero por lo que tendría que inventarse. He actuado así porque sé que esto es lo que ella deseaba en el fondo. Y no me he equivocado: hemos pasado unas horas (o minutos) preciosos. Siempre que estoy con ella todo es precioso. Parezco un poco panoli escribiendo estas cosas pero es lo que siento.
Cuando se ha ido me he dedicado a tareas rutinarias y así he llegado a estas horas.
No sé si me lo monto muy mal o será que en el fondo no quiero hacerlo pero desde que vivo solo no he estudiado batería, no he escrito un alínea (que no sean estas notas), apenas he leído... ¡y no paro! quizá debería organizarme mejor pero tampoco me apetece.
El batería de Tete Montoliú se está marcando unos cuatros preciosos... ya me valdría aprender algo.
Y ahora a mimir, que se me cierran los ojos.

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