martes, marzo 2

9 de diciembre de 2001

¡Qué fin de semana! ¡ni sombra del anterior!
Anoche no escribí. Estaba yo como para coger el boli...
¿Por dónde empiezo? Sábado: comida familiar. Bien. Apenas me hablan "de la situación". Sólo mi madre lo intenta en una ocasión y me escabullo. El resto simulan haberse adaptado a la nueva situación como si siempre hubiera sido así.. No me importa que actúen (no sé si lo hacen), me parece mejor así. Como mucho para lo que suele ser habitual en mí en los últimos meses. ¡Está tan rico el cocido de mamá...! Decido volver pronto a casa porque existe una posibilidad de que Bego venga. Mi madre se empeña en acompañarme al autobús. No me resisto. Le hace tanta ilusión... ¡¡Bego viene!! ¡¡Hurra!! Ya cambia todo el fin de semana. La quiero. MUCHO. Me da la vida. Paseamos de la mano por Preciados, subimos a casa con intención de hacer muchas cosas pero... no dejamos ni que termine de hervir el agua del té y ya estamos haciendo el amor. ¡Y qué forma de hacer el amor! Es incomparable. No nos cansamos nunca. No recuerdo haberlo hecho en toda mi vida como lo hacemos ella y yo. Sólo de recordarlo ahora me emociono. Como no sabía si ella iba a poder venir había quedado con Marta y Miguel así que estábamos (al menos yo) un poco nerviosos porque podían aparecer en cualquier momento.
Salimos de la cama mucho antes de lo que nos hubiese gustado: no habríamos salido NUNCA. Y encontramos unos minutos para que me corte el pelo: los dos desnudos y sintiendo su piel y su calor contra la mía mientras sus manos trabajaban en mi cabeza. Es una de las cosas que habíamos deseado hacer desde hace mucho: algo cotidiano y a la vez íntimo y cercano como un corte de pelo.
Estábamos en el séptimo cielo cuando llegaron M&M. Tuvimos que vestirnos apresuradamente y B casi tuvo que salir huyendo. No me gustó esa despedida, fue como despertar de un sueño.
Creo que cada momento que vivo con Begoña es un sueño, no parece real, nos elevamos al infinito y gozamos sólo con mirarnos olvidando todo lo que nos rodea.
(Acaba de terminar un disco de Sabina y he de levantarme a cambiarlo. Ahora un poquito de jazz: John Coltrane, que es una apuesta segura entre la gran cantidad de discos de jazz que tengo que me resultan practicamente desconocidos. Algún día debería estudiármelos. Algún día...)
M&M subieron a casa y yo estaba totalmente impregnado de Begoña. Además, literalmente porque su sexo había estado por todo mi cuerpo... ¡uf!
Empezamos a beber, a comer y a fumar hachís compulsivamente, especialmente Marta y yo que, en poco tiempo, nos bebimos dos litros de cerveza.
Salimos de la bu para encontrarnos en Vallecas con un amigo suyo. Allí empezamos un peregrinar de tabernas en las que el alcohol, la comida y los porros se sucedían con conversaciones y músicas que poco me importaban. Tenía ganas de regresar para recordar a Begoña.
Pero llegué tan borracho y con la tripa tan hinchada que caí rendido en la cama y sólo me despertaba para ir al baño.
Tenía miedo de quedarme dormido por la mañana porque había quedado con Patricia para pasar el domingo. Creo que fue esa ilusión lo que logró que me despertase a la hora precisa a pesar de haber dormido tan poco y en tan malas condiciones.
¡Ay! ¡qué me duermo! Espero poder continuar, que me queda todo el domingo...
Llego a Rivas pronto y recojo a Pa. O ella también está muy ilusionada con el encuentro o disimula muy bien. No para de hablar, ríe y nos gastamos bromas ¡cómo la quiero! Lo cierto es que se parece mucho a B ¿quién sabe si no me enamoré de B porque me recordaba a mi hija? desde luego no fue una decisión consciente si así hubiese sido.
tenemos que volver a pasar por casa y veo a Rosi. Es extraño. Pero no siento nada, lo cual me confirma que mi decisión, mi "gran decisión" ha sido la correcta. Sigo lamentando no haber escogido un momento más oportuno porque ella no lo está pasando bien y creo que al verme es peor aún.
Llegamos Pa y yo a la Bu y preparamos la comida: arroz al bogavante. En definitiva, una paella normal y corriente con una gamba muy grande. Pero está muy rica y nos cebamos a comer. No nos cabe ni un bomboncito de postre. Y lo pasamos muy bien.
Los ojos se me caen...
Íbamos a salir a pasear cuando llegaron Alfredo y Puri, así que nos vamos con ellos hasta que, de regreso, nos encontramos con José Y Mª Jesús. Como en todas nuestras reuniones, nos cebamos, por eso ahora estoy hinchado y casi dormido.
Lo pasamos bien pero flotaba en el aire el fantasma de Rosi, sobre todo en sus cabezas.
Puri me intenta interrogar, bueno, me interroga abiertamente pero me escabullo contestando sólo una verdad: tenía que irme porque no echaba de menos a Rosi.
Me duermo. Hasta mañana.

No hay comentarios: