miércoles, mayo 5

Jueves, 3 de diciembre de 2002

Estoy leyendo "Señora de rojo sobre fondo gris". Escucho a Satriani (por casualidad, me lo han prestado y no le presto mucha atención). En el libro, el protagonista habla de lo que echa de menos a su esposa que ha muerto. Mi esposa, hoy por hoy, sigue siendo Rosa pero no la echo nada de menos. Puede darme pena el sufrimiento, puedo tenerle afecto, cariño, recuerdos, mil cosas pero cada día estoy más convencido de haber obrado correctamente. Siendo sincero, no pienso en ella. ¿Será por la fiebre inicial? En cualquier caso, fiebre inicial que dura doce meses, el caso es que sigo locamente enamorado de B y sí noto su falta. Pero no tanto su hueco como saber que está con él. No le conozco pero le odio. Cuando B estaba en Salamanca sola no me importaba, estaba en su casa, con sus padres pero cuando fue a Valladolid... cada minuto me dolía. No soporto que esté a su lado. Sé que le quiere y eso me duele porque pienso que me miente.
Siempre hablo de lo mismo en estas páginas ¡vaya diario rollo!
Voy a acabar por hoy. Además estoy borracho; bebí media botella de vino con la cena y me voy a la cama.

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