jueves, mayo 20

Domingo, 20 de enero de 2002

¡Un fin de semana distinto y alegre! Apenas he pensado en ella, al menos no con tristeza aunque, claro que la recordaba...
Después de la larguísima conversación del viernes por la noche (o madrugada del sábado) dormí una shoras y, al despertar, salí hacia Cáceres, a casa de Tomás y Ana.
Como siempre, me recibieron con gran alegría y cariño. Hacía casi tres años que no nos veíamos y nos tratamos como si nos viésemos todos los fines de semana. Quizá mejor.
Me han sorprendido muy gratamente porque no han tratado el tema de la separación, ni siquiera lo han mencionado. Gracias a eso ha sido mucho más divertido el fin de semana, porque no pesaba ningún fantasma.
He estado jugando mucho tiempo con sus hijos, Ana y "Carletes", al que no conocía. Me gusta jugar con los niños. Sobre todo cuando al final del día se encargan sus padres de ellos, je. Claro, es muy bonito llevarse sólo la parte agradable. Aún así me han cansado a veces ¡son imparables!
Los dos días he conseguido hablar con Begoña algunos minutos. Ha sido muy agradable. Estoy deseando verla. Después de lo que pasó el viernes, el encuentro puede ser muy explosivo.
Después de la experiencia de este fin de semana debo plantearme muy seriamente realizar más actividades. No puedo quedarme quieto esperando que Begoña venga a mi encuentro. Si hago eso acabaré pudriéndome de tristeza.
Cuando llegue será recibida con una gran fiesta pero no puedo estar muerto hasta que llegue ese día.
Tengo que tomar ejemplo de lo que le digo a ella: puedo quererla mucho pero yo me tengo que querer más aún para tener la salud mental necesaria para darle todo mi amor.
(Me gusta el disco de Bill Evans que suena ahora).

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